"UN TAL PEPE"
Pepes hay en España cientos de miles. Y si no los hay, se les bautiza. Un tal Pepe llegó a ser nuestro Rey, forzado e impuesto: Giuseppe Napoleone Buonaparte (José I de España) al que las malas lenguas del Madrid de 1808 le pusieron Pepe Botella, aunque el hombre era reo por francés y no por ebrio. Pepe se llamaba un tal San José, que era carpintero... Pepe se llama un amigo mío, un tal José al que apodan 'el traidor' (Pepe trae eso, Pepe trae lo otro). Muchos Pepes. Pero eso no quiere decir que sea nombre vulgar, sino común en Hispania, que es diferente. Sin ir más lejos un tal Pepe Moral ha pegado hoy siete y ocho muletazos con la izquierda difíciles de superar. Nombre común, toreo propio y del bueno.
Este tal Pepe vino a reivindicar el toreo, la cordura, la sensatez. Vino a poner las cosas en su sitio un novillero, manda güevos. Después de tanto tedio anunciado, tanta malversación de ilusiones, tanta falsificación de bravura, con el proletariado del toreo arrimándose a los toros de las oscuras profundidades, la luz llegó con un tal Pepe, de Sevilla. Ayudado por la bondad de un buen lote de toretes del hierro de Guadira, por fin tenemos algo que contar, algo Grande como una Puerta, después de haber visto un toreo de capote caro, mecidos los brazos y con compás, una forma de torear de mano baja, encaje y largura con la derecha y, pónganse de pie, dos tandas con la zurda que invitan al recuerdo. En realidad la cordura y el toreo que vino a poner un tal Pepe fue la cima de una buena tarde, con esos matices de discusión tan ricos y democráticos que tiene el toreo. Pero sin pasarse. Se movió la novillada, con apariencia de corrida de toros, unos muy bien, otros bien, otros regular y otros mal, pusieron fe y su talento, distinto talento, Pérez Mota y Emilio de Justo y puso el toreo un tal Pepe. A veces con el arrebato de quien tiene urgencia por tieso, prisas de corazón juvenil y escaso oficio por escasos contratos. Todo solucionable. Mirando a la diana, separando grano de paja, un tal Pepe hizo lo que sigue. Dos veces se fue ligero a la puerta de chiqueros a tirar dos largas a portagayola. Dos. Pero al tercero, toro (novillo) fino, montado de tipo y con cuello para descolgar, le enjaretó tres verónicas echando los vuelos por delante y meciendo las manos abajo con compás. Tuvo motor el novillo, movilidad y prontitud en las embestidas, permitiendo un inicio en la larga distancia con un pase cambiado por la espalda y pases por alto rematados con uno por bajo excelente. Luego vino lo bueno: dos tandas con la derecha enganchando las embestidas, toreando largo y por abajo, encajado el cuerpo, ligando los pases. Hubo cierto arrebato, pero mucha pureza y mucho valor. Por el lado izquierdo gustó menos el novillo y gustaron menos los naturales, desabridos algunos, buenos otros. ¿Cómo torea con la izquierda este tal Pepe? Respondió el novillero a la cuestión en el sexto, el más bastito de la novillada, que prometió pocas cosas en los primeros tercios, pero que rompió a muy bueno en la muelta. Lo que son las cosas, arrebatado y apresurado, con la derecha desertó el acople, recuperado éste con dos tandas con la zurda de hasta cinco pases en los que los vuelos de la muleta parecieron abrirse tanto que cada muletazo duraba un siglo. Un tal Pepe. Pedía sitio el novillo, su distancia, como toda la novillada, por eso, al quedarse amontonado tras un cambio de mano, los siguientes fueron más forzados...Podremos sacar defectos a este tal Pepe, pero es que hasta se tiró a matar en los dos con una derechura de quien apuesta de verdad. La novillada tuvo un guión notable: no se perdonó un quite, se visitó la puerta de chiqueros (Emilio de Justo en el cuarto) se puso fe y hubo actitud. La puso el más toreado, Emilio de Justo, frente a un novillo que no fue bueno, el primero, incierto por falto de ritmo, brusco y sin desplazarse. Fue aún peor el cuarto, siempre viniendo por adentro, siempre a la defensiva. El segundo exigió en distancias y cites, cambiantes a veces, embistiendo y deteniendo las embestidas cada dos pases, pero Pérez Mota, que dejó un bello inicio de faena al salirse a los medios con él, le sacó pases buenos. Aislados, pero buenos. El quinto tuvo mejor temple de salida, era más claro. Empeñado en abrirlo en el primer pase para prepar los siguientes, las tandas con la derecha desplazaron más que torearon. No fue una cuestión de mala actitud sino de nobel, se supone. Luego el novillo comenzó a defenderse algo y no se podía remontar. Salió un tal Pepe por la Puerta Grande. P.P. por la P.G.. José Moral Fernández, en el registro civil y en la parroquia de Los Palacios (Sevilla). José es igual a Pepe, ya saben: el carpintero jamás fue padre natural de Jesús nuestro señor sino obra del Espíritu Santo y por ende, José de Arimatea era Padre Putativo. De ahí lo de P.P. (Pepe). Origen magnífico para un nombre racial, hispano y común que no vulgar. Como el toreo en Las Ventas de un tal Pepe Moral CRÓNICA DE C.R.V"LA SAVIA NUEVA ARROLLA EN MADRID""PEPE MORAL POR LA PUERTA GRANDE" Pepe Moral hizo un toreo limpio, de quietud, templanza, muñeca y cintura: ni un enganchón; muy seguro de lo que hacía en cada momento, sin atropellarse y también sin arrebatarse. Esto del arrebato y la pasión en los toreros es un enigma de difícil explicación. Mirado objetivamente, Pepe Moral todo lo hizo bien, con un sentido de la estética impecable. Jugó espléndidamente los brazos en las verónicas de recibo y desde los primeros muletazos acreditó la virtud del temple. Podría reprochársele que, en ocasiones, ensimismado por su sentido del ritmo y por la cadencia de los muletazos encadenados, escurría el bulto y desplazaba ligeramente hacia afuera al novillo; mas lo enganchaba enseguida y volvía a exhibir la ya citada virtud del temple y la ligazón en tandas de naturales y de derechazos que remataba unas veces con el de pecho y otras con un soberbio trincherazo. La faena fue medida e incluso pensada; sin intensidad y rayando el academicismo. Pepe Moral ganó en Arnedo el Zapato de Oro. Acertaron mis amigos riojanos que, además de saber de vinos, saben de toros y de novilleros. Independientemente de las calidades técnicas y artísticas de la faena, en un novillero cuenta mucho la disposición, la sensación de querer comerse el mundo. Después, que se lo coma o no es otra cosa. Pepe Moral, por ejemplo, se fue a portagayola, se hincó de rodillas muy cerca de la raya y casi se manchó de cal el vestido. En el sexto volvió a repetir suerte y volvió a salirle bien. {...} Una disposición encomiable En cualquier caso, Pepe Moral, se respondió a sí mismo y a las exigencias del público en todo momento, incluso en el sexto cuando parecía que la faena se le podía quebrar y con ella la tarde y la puerta grande. La disposición de Pérez Mota fue verdaderamente encomiable. Aunque sin las delicadas perfecciones de Pepe Moral, acreditó cierta garra y, en algunos momentos, un toreo de mano baja con tendencia al desgarro y a la intensidad. La apertura de faena a su primero fue verdaderamente memorable: natural, trincherazo, otro natural y pase de pecho; a partir de ahí la faena tuvo altibajos e incluso depresiones. Pero la sensación que dio fue la de novillero con posibilidades y con cierta personalidad; condiciones que no refrendó en el siguiente, por lo que, en consecuencia, no se le pidió la oreja como había ocurrido antes. En mi opinión, don César Gómez fue justo y ecuánime al no concederla, aunque se ganara la bronca. La tarde, sin grandes pasiones mas con una sensación de regocijo o, por lo menos, de autosatisfacción cumplida por parte de los espectadores, iba discretamente embalada al triunfo y así ocurrió. En el que cerraba plaza empezaron a desvanecerse las sensaciones de plena seguridad que Pepe Moral había exhibido en el tercero. El elegante novillero perdía pasos, perdía el sitio, y los muletazos surgían de uno en uno y sin continuidad; mas acertó al centrarse en un par de tandas de naturales largos y rematados y, por algunos momentos, volvió a ser el que era. Regocijo general. Cuando el novillo dobló, se desató la pañolada pidiendo la oreja. Difícil situación para el palco; la oreja significaba algo muy serio: la Puerta Grande. Y no concederla hubiera sido contravenir la soberanía popular, pues esta vez los pañuelos er
an mayoría. El señor Gómez concedió el trofeo.
Pepe Moral salió por la puerta grande tras una actuación intensa Desde que se abrió de capa en el primer quite que hizo, Pepe Moral sabía lo que hacía, y lo confirmó. Sus formas toreras tienen una base técnica muy elaborada y asimilada. Este novillero degusta sus acciones cuando es consciente de que las realiza con arreglo al toreo soñado. Así lo demostró en el transcurso de la tarde, que iba a más conforme avanzaba. Su concepto del toreo circular, iniciado en la posición adelantada de la muleta y el quiebro de cintura, es de los que calan hondo.
Pepe Moral sorprendió con unos excelentes lances tras recibir al tercero a portagayola. En el centro comenzó la faena con tres muletazos cambiados por la espalda y una preciosa trinchera que dejaron propicio el ambiente. Siguieron dos tandas con la derecha muy buenas, muleta adelantada y compás ligeramente abierto con un leve quiebro de cintura y templanza. Los naturales, con menos perfección pero valientes. Volvió con la diestra y repitió la escena, lo que acabó de convencer al personal. Los muletazos finales sobre la derecha, en corto y en redondo, ceñidos y muy bien ejecutados. Buena labor del novillero. La mejoró con el buen sexto, al que le inició la faena con muy buenos pases por bajo y continuó, siempre superándose, con ambas manos y templándose cada vez más a la noble embestida. Todo lo basó en su buena posición ante el novillo, le dejó la muleta adelantada, que la res tomó con nobleza y templanza. Hubo naturales con la «pata p´alante» componiendo la figura y acompañando muy bien la embestida. Una faena con sabores clásicos, en la que se le vio la ilusión que ponía en ello y el goce personal que experimentaba. Una excelente actuación.PISANDO FUERTE" La Fiesta tiene futuro, se pongan como quieran los anti. Porque este es un espectáculo que --aun con unas estructuras arcaicas en muchos aspectos, lo que de alguna manera le da también esencia y rigor-- se proyecta fundamentalmente desde las sensaciones nuevas, emotivas, brillantes y sinceras que nacen ocasionalmente en el escenario del ruedo. Sin ir más lejos, lo de ayer en Las Ventas. Un novillero, casi anónimo, Pepe Moral, abrió la puerta grande de la plaza más importante del mundo, haciendo así realidad un sueño para tantos inalcanzable. Lo dice claro el Evangelio y es perfectamente aplicable al mundo del toreo: son muchos los llamados y pocos, muy pocos los elegidos. Pepe Moral, uno de esos pocos, ya es candidato con futuro. Y esa es también la grandeza del espectáculo taurino. Su salida a hombros le ha puesto en el camino al estrellato. A todo esto, los presentes, afortunados, fueron también protagonistas por la oportunidad de haber estado allí. Y es que la de ayer puede ser una fecha que se conmemore en el futuro: la primera salida a hombros en Madrid de Pepe Moral. Desconocido hasta esta oportunidad, Pepe Moral ya es novillero con larga y prometedora carrera por delante. Y lo es no solo por lo que fue capaz de realizar, sino, sobre todo, por lo que dejó entrever con su actitud y forma de sentir, con un concepto del toreo de mucha altura. VALENTIA Y ARTE Pepe Moral aúna las dos condiciones fundamentales para ser gente en esto: es valiente y tiene arte. Y en dosis grandes. Sus dos faenas, premiadas ambas con sendas orejas, están marcadas por la actitud del valor, al irse por dos veces a la puerta de chiqueros para recibir allí de rodillas a los novillos. Y en las dos, el sello del arte fue también una constante. El toreo por la derecha en el tercero y por naturales al sexto. Lo fundamental con mucho fundamento. A los eternos protestones, que todavía se atrevan a poner alguna cortapisa, porque quieran enarbolar la calidad de los dos novillos como algo sobresaliente, habrá que advertirles que ahí está también el mérito del novillero. Que lo difícil es estar bien con los buenos. Moral manejó el capote con mucha soltura en el tercero, en el recibo a la verónica y en un quite por chicuelinas. Hubo emoción en la apertura de faena, en la misma boca de riego, con dos péndulos muy ajustados y entremedias una trinchera de dominio y arte. En el toreo en redondo, la muleta siempre adelantada, y el temple y la ligazón como preceptos ineludibles. Toreo con mucha intensidad. Y algo de tanta categoría o más en el sexto, esta vez por el pitón izquierdo. La majeza del natural, con hondura y aroma. La colocación, los toques al pitón contrario y la firmeza al encajar la figura. Toreo de una precisa y preciosa exactitud, aunque en ninguno de los dos mató Pepe Moral con contundencia.




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